Mi Dulce Descenso
Ya tengo treinta años, y con ellos llegaron mis primeras arrugas, mi seguridad, mi mirada adulta, mi miedo a la vejez, a la soledad y todas esas cosas serias a las que de más jovencita veía tan lejanas enfrentarme. El toro no viene, está aquí, sentado conmigo, celebrando mi vida, mi libertad de pensamiento, la magia de mi espontaneidad. He aquí una mujer independiente con un trabajo y un hogar que al mirar atrás y ver que nadie le regaló nada levanta la mirada con la firmeza de un gladiador. Mis papis no me compraron un coche, ni me pagaron el carnet de conducir, si en alguna ocasión no pudiera hacer frente a mis gastos...¡Pero qué digo! Un gladiador no puede decir que no puede, o mejor dicho, no puede no poder. Eso es realmente una persona independiente, que tu plan B siga dependiendo de ti mismo. Creo que los treinta es esa edad que te define, en la que estás a tiempo de enmendar los errores de los veinte o acentuarlos pagando con consecuencias irreversibles. Es esa ed...