Una Foto a la Felicidad
Míranos en el espejo; ¿a que hacemos buena pareja?-me dijo. Yo levantaba
la mirada tímidamente apretando los labios, intentando ocultar una sonrisa. Mis
ojos brillaban enjugando el conato de lágrima que anuncia algo que se parece mucho a la felicidad. Él dejó
de mirar, yo dejé de escucharle. Me adentré en una burbuja imaginaria que
anulaba mis sentidos como rumor lejano para centrarme en aquella imagen. Clavé
mi pupila sobre el espejo observando como me apretaba contra su pecho, dejando
caer los párpados suspiraba mientras olía mi pelo con el gesto del que tiene el
mundo entre sus brazos. Jugué al amor con cimientos, amé el vértice de sus cejas, paseé por el contorno de
sus labios de niño en perfecta contraposición al mensaje de su nariz aguileña
que evocaba al hombre imprudente y sátrapa del que todas huimos y por el que
suspiramos. Me supe sentenciada ante la seguridad de su mirada angulosa, esa
que odiaría y desearía para siempre.
Grabé cada instante intuyendo un buen recuerdo, presagiando aquella
imagen como cercana melancolía. Creo que la felicidad nunca se termina de
disfrutar, viene acompañada de esa sensación de que nada te sacia, como si no
lo merecieras, es un: “¿de verdad me está pasando a mí?” Se percibe como un
sueño, mejor dicho, como un sueño lúcido, de esos en los que te encuentras a un
ser querido que se fue y le abrazas fuerte esperando el momento en que se
evapore la ilusión. Por eso almaceno recuerdos, como pellizcos del futuro. Y de repente te das cuenta de que estás sola en la cama,
esa persona ya no está. Qué más da, ya sé que nada puede saciarme. Y así voy,
acumulando vacíos, recordándole macabramente contenta por dejar de sentir el
temor a perderle. Cerrando el libro de golpe cuando me dio suficientes pistas
de que iba a acabar mal, agradeciéndole a mi madurez la entereza que me brinda para abandonar espejismos.
No quiero imaginar donde está, ni con quien, ni qué hará, ni qué tiene.
Yo tengo mi foto, mis ojos y los suyos, el espejo, mi sonrisa y sus abrazos,
aquél presente que fue gusano y su mariposa de melancolía. La vida es tan corta
que la dicha puede reducirse a un instante frente al espejo, y así conseguí mi foto, una foto a la felicidad
Un auténtico retrato de la efímera felicidad. Me gusta el fondo y la forma. Me siento identificada porque lo vivo en cada uno de los detalles y momentos. Un gran trabajo sin duda
ResponderEliminarEres la mejoooooor!!!!
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