¿Somos las mujeres crueles entre nosotras?
Partiendo de la base de que
no existen verdades absolutas ni soluciones cerradas, la crueldad entre mujeres
ha sido considerada como un axioma social digno de debate para las perjudicadas
en primera instancia, nosotras.
Algunas mujeres que se
dedicaron a investigar sobre esta problemática social se chocaron de frente con
afirmaciones popularmente aceptadas que atendían a premisas machistas. Como por
ejemplo, en una reunión de hombres se conversa, mientras que las mujeres
chusmean o traman maldades, y que la amistad entre mujeres es cosa de
solteronas o de viejas
Volvamos a la pregunta
inicial ¿Somos las mujeres crueles entre nosotras? Suponiendo que así sea…¿Cuál
es el origen?
Considerando los resultados
de estas investigaciones, se concluye que si hay un enfrentamiento entre
mujeres, este no se daría porque la naturaleza así lo haya decidido, sino que
los hombres, cuando pactaron hace miles de años, determinaron su situación de
poder, en el que la mujer quedaba relegada a rivalizar para alcanzar el
estatus, el reconocimiento que solo le podía ser otorgado a través del hombre
De esta manera, estábamos
abocadas a competir entre nosotras para ser “la elegida”, y este enfrentamiento
ha sido repetido y perpetuado a lo largo de milenios.
Virginia Wolf también, hace
alusión a esta rivalidad histórica en su teoría del espejo que expone que las
mujeres al mirar al hombre en un espejo lo agrandamos, y tendemos a empequeñecer
a la mujer. De esta propuesta podríamos proyectar con facilidad hacia situaciones laborales cotidianas. En los mejores restaurantes los camareros y los chefs son hombres, las peluquerías de más prestigio las encontraremos bajo un nombre masculino o incluso los diseñadores más populares. Es decir, hasta en actividades atribuidas a la mujer por el patriarcado, no son las mujeres los mayores exponentes, y peor aún, las principales consumidoras de estos servicios aceptamos y asimilamos esta posición de superioridad del hombre en cualquier ámbito.
Sin embargo, solucionado el
misterio y dándonos cuenta de que somos víctimas de una herencia cultural que
nos oprime y que hemos llegado a interiorizar de manera inconsciente, debemos tener
presente que la mujer actual mira el mundo desde el exterior, ya no depende del
hombre, encuentra el éxito de manera individual y este comportamiento competitivo
ya no tiene cabida en tiempos modernos. Ya no somos de los demás, somos de
nosotras mismas
Abogando por un cambio de
mirada y por la necesidad primordial de conciencia de género es hora de
sustituir la rivalidad por la complicidad, el recelo por la solidaridad entre nosotras. Debemos rebelarnos ante esa actitud retrógrada que nos
contamina, dejar de medirnos, de devaluarnos y alcanzar de una vez por todas
esa situación de hermandad que la historia nos robó. Enfrentémonos a nuestra
genealogía de una vez por todas y luchemos por nosotras, por la visibilidad de
la mujer, por una sociedad próspera, y sobre todo, porque nos lo debemos
Nos falta ese paso. Nos falta ver que para ser iguales a los hombres debemos empezar por no empequeñecer a las demás mujeres.
ResponderEliminarY tienes toda la razón, nos lo debemos a nosotras mismas.
Me ha encantado leerte de nuevo