Gracias por Sonreír
Las adversidades del día a día, los recuerdos que nos
atormentan, el miedo a lo que pasará, los complejos, las frustraciones, el
enfado, el reclamo de una justicia que nunca llega, la angustia de la
necesidad, la dignidad olvidada, el sometimiento imperativo, el alivio de las
migajas, la impiedad, la desesperanza...
Y estando yo a 180 grados entregada a las llamas del mundo,
miré hacia arriba y vi llover agua fresca que me devolvía a la vida, lluvia
salada que curó mis heridas, convirtió la superficie en humo apaciguador que me
aislaba de lo malo y me cegaba, y ese agua fresca era su sonrisa.
Incalculable es la admiración que siento hacia los que ríen
en la tristeza y nos hacen sonreír. Gracias a esos malabaristas de la emoción
que hacen filosofía de la comicidad. Esas personas que en las peores
situaciones son capaces de dibujar nuevos pliegues en nuestra piel, titiriteros
de la comisura, porque ellos son la verdadera medicina frente a tanto
desconsuelo.
Pongan fin al drama, ríanse de sus problemas y de sí mismos.
Retiren de sus cajones esas montañas de absurdos fármacos que acumulamos casi
por vicio y pongan en su vida alguien que les haga sonreír
Debería firmar también estas palabras tuyas... Yo no sé sonreír ante la adversidad ni ante la tristeza. Al menos en la intimidad o en petit comité. Felicidades por conocerla, a Victoria Blasco, digo.
ResponderEliminard.
Suerte tiene Viki en esa parte de su vida, donde te tiene a ti.
ResponderEliminarUn saludo para las dos