Vaya Bichos Molestos
Vinieron a mí, no los compré, ni siquiera me gustaban, no
era una opción, no tuve la oportunidad de debatirme al respecto de si quería
hacerme responsable de un ser vivo hasta el final de sus días. No los vi
crecer, ni los eduqué. Esos pequeños seres maulladores se adueñaron de mi casa,
ellos, ¡mearon sobre mi sofá! Pululaban arrogantes exentos de obligaciones,
hicieron de mi casa un museo de pelo, suelo de pelo, pelo en las sillas ¡Pelo!
Cierra puertas, controla ventanas, cambia arenas, pisos
bajos, cables mordidos, celos, alaridos, noches sin dormir y más pelos. Y si
enferman cuídalos, y me persiguen, que no hay otro sitio en la casa que donde yo
esté. Me cortan el paso, se pelean, ponen posturas raras, juegan ruidosamente,
saltan de pared en pared y cuando lloro me muerden. ¡Vaya bichos molestos!
Un día mi compañero de piso me anunció que se marchaba y que
se los llevaba...¿Acaso era pánico lo que sentí? Y aguantándome el llanto, me
acerqué y grité:
“No sé donde te irás tú, pero...¿A dónde narices te crees que
te llevas a MIS gatos?”
Muy buena entrada, malditos gatitos adorables,al principio parece que te van a atacar y luego te das cuenta que solo quieren dormir y jugar. Animo con le blog¡¡
ResponderEliminarSin saberlo se adueñaron de ti y tú te hiciste su dueña que salió como rayo cuando alguien se los quiso llevar. Ahora ya sabes lo que sientes por ellos. O quizás, sigas igual, creyendo que sabes lo que sientes.
ResponderEliminarUn texto impecable, como siempre.
Ya soy seguidora incondicional de tu prosa.